viernes, 4 de marzo de 2011

La medicina del futuro y la atrofia moral

Interlocutor: Da la impresión de que la medicina podrá, en un futuro no muy lejano, curar cualquier enfermedad.
Gunther: Ninguna medicina curará nunca una enfermedad, porque la enfermedad es el esfuerzo del cuerpo por recuperar la salud. No puedes sanar un proceso de sanación. Por eso ningún médico ha podido curar jamás un simple resfriado, porque el resfriado es un proceso de sanación. En cambio, sí puedes dificultar ese proceso, o incluso anularlo, con medicamentos.

Pero los médicos aseguran que van a curar el cáncer...
No han curado jamás un resfriado, ¡y van a curar el cáncer! No, eso no va a ocurrir. Lo que harán será eliminar el tumor, pero ese tumor no es una causa, sino un efecto, un síntoma. Yo no estoy en contra de los avances médicos, ten por seguro que seré el primero en usarlos ante un problema grave, pero hay que dejar claro que ninguna medicina puede curar, eso sólo lo puede hacer la sabiduría del organismo.

Entonces, la medicina lo que hace es eliminar síntomas.
Básicamente es eso. Sin embargo, la enfermedad es todavía un misterio sin resolver. Quiero decir, hay numerosas escuelas que defienden diversas clases de causas. Están los que aseguran que las bacterias y los virus generan casi todos los males. Otros atribuyen ese honor a la Cándida, otros a deficiencias nutricionales, a cambios atmosféricos, a fluctuaciones en el Sol, a obstrucciones de los canales energéticos, a influencias de las emociones, etc, etc. Y algunos naturópatas te dicen que es sólo el cuerpo luchando por regenerarse. Para estos últimos, bacterias y virus incluso podrían ser comensales que ayudarían a limpiar los productos de desecho de la enfermedad... Probablemente todos tengan su parte de razón. Pero aquí no vamos a discutir eso, sino el hecho de anular un síntoma.

Una acción que parece refinarse con el paso del tiempo.
Sí, esto es obvio. Es posible que dentro de algunos decenios podrá contrarrestarse cualquier deficiencia, operarse cualquier defecto biomecánico, anular cualquier síntoma. Es posible que llegue el día en el que la Medicina alcance su objetivo: un mundo sin molestias.

¿Eso no sería bueno?
Hay millones de seres humanos que están sufriendo terriblemente. Erradicar el dolor, suprimir un tumor, volver a conectar tu brazo amputado, reconstruir tu rostro deformado, todo eso es realmente maravilloso. Pero yo no voy a hablar de eso aquí. Yo quiero plantear la siguiente cuestión ética: ¿me haré responsable de mi salud si sé que puedo eliminar cualquier molestia?

Como puedo anular esas molestias, da igual lo perniciosas que sean mis costumbres. ¿Es eso?
Exacto. Si yo fumo, pero cada seis meses un aparato electrónico o cualquier otra terapia me anula cualquier germen de cáncer de pulmón, ¿realmente me plantearé alguna vez dejar de fumar? Si cualquier parte de mi cuerpo puede ser reimplantada de forma rápida e indolora, ¿tendré el mismo cuidado de mi integridad cuando practique un deporte de riesgo? Me temo que disponer de una medicina absolutamente eficaz va a promover una relajación absurda de las costumbres, del modo de vida.

¿Para qué preocuparse de la nutrición, de las caídas, de los hábitos, si vas a un centro y te arreglan en unas pocas horas?
El dolor y la enfermedad cumplen la importantísima función de recordarnos que somos seres mortales y finitos. Si con esos avisos nos comportamos muchas veces como si fuéramos inmortales, ¡imagina cómo lo haríamos si dispusiéramos de una medicina absoluta!

¿Es cierto que va a conseguirse una medicina absoluta?
Mi respuesta es no. Lo que se va a conseguir es una anulación casi perfecta de los síntomas. Por descontado, esto provoca que el síntoma sea enterrado en capas cada vez más profundas y que aflore en tejidos o rutas metabólicas insospechadas. Proseguir por la vía meramente sintomática hará que parezcamos sanos hasta los 40 años, para luego morir de forma abrupta. ¡Una medicina de esa clase conseguirá los cadáveres más hermosos de la Historia!

No se puede engañar a la naturaleza.
Actualmente se pretende engañar a la naturaleza, esa es la dirección de la medicina alopática. Un niño es inoculado con veinte vacunas. Esto le debilita lo suficiente como para que su cuerpo no reaccione de forma enérgica y no padezca infecciones. Las "infecciones" son muchas veces limpiezas sumamente benéficas, pero eso es anulado. Bien, si aún así el niño enferma, está ese impresionante despliegue de medicamentos que anulan el dolor de cabeza, la mucosidad, la tos, la inflamación, la fiebre... es decir se considera la inteligencia del organismo como algo que hay que combatir, ¡sólo porque es molesto!

Entonces, ahí tienes a esos jóvenes "saludables", que nunca han pasado un sarampión, su fiebre nunca ha subido por encima de los 38º, sus bocas han sido alineadas con ortodoncias, y cualquier golpe les ha sido atenuado con un antiinflamatorio. Ahora imagina que el cáncer que pudieran desarrollar a los treinta años puede ser "suprimido". Imagina que ese páncreas o ese hígado degenerados por el alcohol y los azúcares pueden ser sustituidos sin grandes dificultades. No hace falta decirlo, una medicina de esa clase puede crear millones de imbéciles que no se responsabilizarán nunca de su salud.

Para colmo, todo esto es una enorme mentira, pues no se trata de salud real, sino de un maquillaje de los síntomas. Por eso digo que las medicinas que "lo curan todo" conllevan el riesgo de considerar la salud sólo desde los aspectos más superficiales y llamativos, como la blancura de los dientes o la ausencia de fiebre. Y esto es un dilema ético con el que deberemos enfrentarnos en un futuro no muy lejano.

¿Debemos anular nuestra visita al terapeuta?
No, pero sí debemos actuar con un cierto respeto hacia nuestro cuerpo. Si vas a usar una terapia, me parece muy bien, pero no has hecho más que eliminar algún síntoma. Y si realmente esa terapia mata virus, hongos y bacterias, eso no te exime de cuidar tu alimentación, de hacer deporte, ni de practicar meditación. Las bacterias y los virus volverán, y el mejor antídoto para eso es un cuerpo sano y dotado de unas buenas defensas naturales.

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